Este blog es una iniciativa de la agencia de noticias IPS y de su corresponsal en Bogotá, Constanza Vieira.

Sonó como una amenaza

16 de noviembre de 2006

Por Constanza Vieira

BOGOTÁ, nov 16 – Parece hacer agua la socorrida tesis de que, como «todo el mundo» está o ha estado metido con el narcotráfico y el paramilitarismo, entonces se trata de un tema que no hay por qué ventilar.

Voy a dejar a la inteligencia de mi lector o lectora, donde quiera que esté, quiénes vienen a ser «todo el mundo» en Colombia.

A hoy 24:00 GMT, el panorama es el siguiente:

Acusados por la Corte Suprema de Justicia, o bien señalados por sus víctimas, aún desde las trincheras del miedo, por conformación de grupos paramilitares, matanzas, asesinatos, desplazamiento forzado, fraude electoral mediante la violencia y la intimidación, proselitismo armado, uso de los contratos públicos para lucro propio y para financiar el paramilitarismo, etc.:

Un representante a la Cámara (Eric Morris) y una ex representante a la Cámara (Muriel Benito-Revollo), presos desde esta semana. Dos senadores (Álvaro García y Jairo Merlano, hermano del alcalde de Sincelejo, capital de Sucre) que tienen orden de captura librada por la Corte Suprema de Justicia, siguen fugitivos. Cuatro diputados presos: Nelson Stamp, Ángel Villarreal, Johny Villa y Walberto Estrada.

Hasta aquí, todos son uribistas y todos ejercen en Sucre lo que en Colombia llaman «política».

Cinco congresistas más son investigados y otros 12 están en la mira de la Corte, cuyos nombres no se conocen aún.

Por su parte, el gobernador de Sucre, Jorge Anaya, fue financiado en su campaña electoral con dineros narco, y luego nombró a familiares de jefes paramilitares en su gabinete.

Además, el ex jefe de sistemas del servicio de Inteligencia presidencial (DAS), Rafael García, del departamento del Magdalena, está comenzando a pagar 18 años de cárcel por «limpiar» prontuarios de Inteligencia sobre narcotraficantes y paramilitares.

Su ex jefe y ex director del DAS (Jorge Noguera, nombrado por Uribe en ese cargo y su jefe de campaña en las presidenciales de 2002 en el departamento del Magdalena) desde ayer tiene pliego de cargos de la Procuraduría General (ministerio público) por compartir «información privilegiada» con narcos y paracos, entre otros gravísimos.

El escándalo ha hecho caer en cuenta a mucha gente que no había visto, o no quería ver, que no son los paramilitares los que infiltraron el Congreso legislativo, sino los políticos y narcotraficantes los que conformaron grupos paramilitares propios.

Esos grupos «trabajan» con la fuerza pública, como lo muestran las repetidas condenas a la Nación proferidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por cuenta de crímenes de lesa humanidad de paramilitares.

Son responsables del 80 por ciento de los crímenes en la guerra colombiana, según la ONU. Y según la Contraloría General, se han apoderado violentamente de 4,5 millones de hectáreas de las mejores tierras del país.

En todo caso, por cuenta del escándalo sobre los «paramentarios» y demás fauna que ahora está sub júdice con motivo de, por expresarlo suavemente, sus nexos con los paramilitares, el miércoles 15 de noviembre se escucharon desde dos flancos (¿o son uno solo?) declaraciones que deben tener preocupado a ese «todo el mundo». A algunos, les sonó como amenaza.

Flanco Uno

Los cesarenses La Conchi, canciller María Consuelo Araújo, y su hermano el senador Álvaro Araujo, uno de los más cercanos al presidente Álvaro Uribe, consideraron apropiado usar sus influencias para entrevistarse esa noche en la fiscalía general con alguien. ¿Con quién? Aún no se sabe, pero se sabrá.

Por ahora se conoce que ahí está preso el representante a la Cámara del departamento de Sucre, Eric Morris, el único que se entregó, de los tres parlamentarios con orden de captura expedida por la Corte Suprema de Justicia.

En todo caso, un noticiero de TV mostró a un enérgico senador Araujo advirtiendo ante las cámaras bajo el cielo nocturno: «Si vienen por mí, vienen por La Conchi y por el presidente Uribe». El periodista que presentó la nota televisiva informó de la visita de los hermanos Araujo a la fiscalía.

El diario El Tiempo publicó a su vez que la misma afirmación fue pronunciada en la Casa de Nariño «durante una reunión para analizar el alcance de una investigación que involucra a tres congresistas y una ex representante en la formación de los grupos paramilitares en la costa».

En la reunión participaron además los presidentes del Senado y la Cámara de Representantes y voceros de los partidos que apoyan a la coalición de gobierno, así como el secretario general de la presidencia, Bernardo Moreno.

Araujo advirtió allí que, además, tras su cabeza caería la «del viudo de mi tía», es decir el Procurador General de la Nación, Edgardo Maya, cuya esposa, Consuelo Araújonoguera, fue asesinada por las FARC cuando el ejército intentó un rescate a la fuerza, horas después de ser tomada rehén por esa guerrilla.

Según el ministro del Interior y de Justicia Carlos Holguín, en la reunión el senador Araújo «manifestó claramente que a él no lo podrían acusar de ningún acto delictivo», que «ocasionalmente por alguna razón él había tenido conversaciones con los paramilitares» y que «la responsabilidad penal es de cada quien».

Dilia Francisca Toro, presidenta del Senado, interpretó que Araújo estaba advirtiendo que ésta puede ser una «cacería de brujas» para afectar al gobierno.

Y agregó esta otra frase muy propia de «todo el mundo»: «Cuando uno actúa en una región de donde es uno de los jefes más altos de las Autodefensas, no puede estar ajeno a que pueda conocerlo, pero no quiere decir que por ello pertenece a un grupo paramilitar».

Flanco Dos

El mismo miércoles por la mañana, los capos paramilitares desmovilizados, que permanecen presos en un antiguo club social en el poblado antioqueño de La Ceja, recibieron a la prensa. La convocatoria a los medios fue hecha por el Instituto Nacional Penitenciario INPEC.

Estaban uniformados con camiseta blanca y cachucha, ambas con el logotipo de una ONG «de paz» que conformaron. Varios se hicieron filmar con azadones en sus manos trabajando un cultivo que aún no germina. Otros laboraban en un taller, quizá una carpintería.

Los noticieros de TV que yo vi no mostraron las habitaciones de los narcos, aunque sí al director del INPEC cuando afirmaba que las condiciones de reclusión son -palabras más, palabras menos- ni muy estrictas ni muy laxas, y aunque los presos tienen ciertos privilegios, esta reclusión no se parece a La Catedral, la finca de lujo donde se parapetó Pablo Escobar para cumplir con su encarcelamiento, pactado con el gobierno del entonces presidente César Gaviria (1990 – 1994), desde donde siguió matando gente.

Durante la visita de medios, los paras hablaron. Y lo que dijeron quizá asustó a «todo el mundo», y quizá por eso se precipitó la reunión en palacio.

Los paras dijeron, sonrientes, que van a hablar y que el país se debe preparar para conocer «toda la verdad». Lo harán cuando se sometan juicio bajo la Ley de Justicia y Paz.

Escrito en : Civiles en la mira,Desde Bogotá,El fin justifica los medios,El poder,La guerra y la paz


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Nada de lo colombiano ha sido ajeno en el trabajo de Constanza Vieira para la agencia de noticias IPS. Desde las cuatro décadas de guerra civil y la acción de sus múltiples bandos armados (guerrillas, ejército, paramilitares, narcos), pasando por el acuerdo humanitario que libere a rehenes y prisioneros, el drama de los desplazados y las comunidades indígenas, el ambiente, el proceso político legal, la relación con países vecinos, la cultura. Todo eso, y más, está presente en el blog personal de esta periodista que también trabajó para Deutschlandfunk, Deutsche Welle, Water Report del Financial Times, National Public Radio y la revista colombiana
Semana, entre otros medios.