Este blog es una iniciativa de la agencia de noticias IPS y de su corresponsal en Bogotá, Constanza Vieira.

Daniel Ortega pisa callos

15 de diciembre de 2007

Aquí dicen que ganó Colombia. En Managua, que ganó Nicaragua. El hecho es que el Meridiano 82, como frontera marítima entre los dos países, fue puesto en duda el jueves por el Tribunal Internacional de La Haya.

De la Guerra de los Mil Días, en la vuelta del siglo 19 al 20, Colombia salió perdiendo nada menos que a Panamá, por cuenta de Estados Unidos, que miraba acechante mientras los colombianos se mataban mutuamente.

La guerra actual cumple este domingo los Dos Mil Ciento Veinticinco Días desde que se rompieron las negociaciones del Caguán. Y todo el mundo puede estar seguro de que, al final del episodio binacional ante el Tribunal de La Haya, la frontera no se correrá en contra de Nicaragua. Si se corre, será a favor de ella.

Con el fallo del jueves en Holanda, Colombia asegura las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pero quedan en riesgo la mayoría de los cayos aledaños.

Perder a San Andrés o Providencia es una pesadilla impensable para cualquier colombiano. Mientras, muchos nicaragüenses consideran vital el corrimiento de la frontera marítima. El país centroamericano tiene un corredor de unas 55 millas náuticas frente a su costa caribe, y luego sus pescadores y buques caen en territorio colombiano.

Nicaragua estaba invadida por yo sí sé quién pero no digo en 1928, cuando firmó con Colombia el Tratado Esguerra-Bárcenas. Dos años después, en un documento paralelo al Tratado, que pone término al litigio territorial existente entre las dos naciones (“aclaración interpretativa” del Acta de Canje), aparece el Meridiano 82 de Greenwich.

Cierto: muy cerquita de Nicaragua porque la costa de la Mosquitia, hoy Nicaragua, originalmente era colombiana. Así los dispusieron antaño, cuando los reyes de España no sólo nos mandaban a callar, sino que trazaban las fronteras de sus concesiones en América.

Por el corredor estrecho, que además quizá tiene petróleo, y por la ilegitimidad de un instrumento firmado por un gobierno “peón del imperio”, es que los sandinistas, desde que eran guerrilleros, promueven la reclamación del archipiélago.

Regateadores, piden San Andrés, para que les corran el Meridiano como frontera.

Ahora el ex guerrillero sandinista Daniel Ortega se ha salido, en primera instancia, con la suya.

Además, viernes y sábado parece que se desayunó con el suero de la verdad. Y lleva dos días invitando al jefe de las FARC a “dar el paso” de liberar a un primer grupo de rehenes.

Una liberación parcial antes del 31 fue el compromiso logrado por el presidente venezolano Hugo Chávez en sus tres frenéticos meses como mediador reconocido por Uribe, y que éste canceló abruptamente en noviembre.

“Cuando se trata de salvar vidas, allí no existen fronteras, no existen diferencias”, dijo Ortega el sábado, en respuesta a una nota de protesta enviada el viernes por la Cancillería de Colombia, por sus declaraciones de ese día.

Ortega advirtió el viernes, y lo repitió el sábado, que el gobierno colombiano es capaz de atacar la operación de liberación y luego achacarle los muertos a las FARC, e instó a proceder con cautela “al hermano comandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, comandante Manuel Marulanda, al querido hermano Marulanda”.

El viernes, además, sostuvo que la única salida que ve a la guerra en Colombia es la negociación.

La nota de protesta del gobierno de Colombia instó a Ortega a no meterse en “asuntos internos”, y uno se pregunta cuáles.

Porque el tema del acuerdo humanitario, hoy en día, de “asunto interno” tiene más bien poco. Y porque la guerra colombiana está afectando la integración latinoamericana.

Sentí un vacío en el estómago cuando, el viernes, el ministro de Defensa Juan Manuel Santos y el director de la Policía, general Óscar Naranjo, comentaron que la muerte de los rehenes será responsabilidad única de las FARC. Hablaron así: como de un hecho inevitable.

A su vez, el Alto Comisionado para la Paz Luis Carlos Restrepo exigió “unanimidad” mundial en el odio que el gobierno colombiano azuza contra las FARC.

Uribe “está condenando a muerte a Ingrid Betancourt”, advirtió el sandinista. Esta semana, dio la orden de alerta a sus tropas por los roces que puedan surgir en la actual frontera marítima.

Escrito en : Acuerdo humanitario,Desde Bogotá,Fronteras,La guerra y la paz


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Nada de lo colombiano ha sido ajeno en el trabajo de Constanza Vieira para la agencia de noticias IPS. Desde las cuatro décadas de guerra civil y la acción de sus múltiples bandos armados (guerrillas, ejército, paramilitares, narcos), pasando por el acuerdo humanitario que libere a rehenes y prisioneros, el drama de los desplazados y las comunidades indígenas, el ambiente, el proceso político legal, la relación con países vecinos, la cultura. Todo eso, y más, está presente en el blog personal de esta periodista que también trabajó para Deutschlandfunk, Deutsche Welle, Water Report del Financial Times, National Public Radio y la revista colombiana
Semana, entre otros medios.